jueves, 27 de noviembre de 2008

Espera un segundo


Las vacaciones de Navidad serán más largas este año. Permítanme explicar por qué.

Hace mucho tiempo, en la página editorial de un periódico de la Ciudad de México, un conocido escritor expresó su opinión acerca de la teoría del Big Bang del origen del universo: según él, no podía ser por varias razones que no recuerdo, pero no importa, porque eran bastante inocentes de ciencia.

Recuerdo que el escritor decía también que no había el menor indicio de que la rotación de la Tierra se estuviera frenando, no sé a santo de qué. Se equivocaba en esto también: no sólo hay indicios, es un hecho impepinable. La luna hace subir y bajar la marea dos veces al día. Este subir y bajar de las aguas, que ocurre en cada lugar según esté la luna alta en el cielo o no, ejerce una fuerza de fricción sobre la parte sólida del planeta, como los frenos de un coche. Poco a poco, la fricción le va robando energía al movimiento de rotación del planeta. Podríamos decir que es la luna la que nos está robando esa energía, pues conforme la Tierra se frena, la luna se aleja. Así, el día solar va siendo cada vez más largo. Pero no hay que preocuparse mucho: el efecto es de 1.7 milisegundos por siglo. Para todo fin práctico es como si no existiera… bueno, casi para todo fin práctico. Desde los años 60, cuando el tiempo civil dejó de regirse por el movimiento de la Tierra y empezó a gobernarse por la marcha de un equipo de relojes atómicos distribuidos por todo el mundo, la hora exactísima de esos relojes atómicos va dejando atrás a la hora solar (que depende de la rotación de la Tierra). Por lo tanto, de vez en cuando hay que hacer ajustes.

Es como el año bisiesto. Desde hace miles de años se sabe que el ciclo de las estaciones no se repite exactamente cada 365 días, sino cada 365 días y pico. Desde tiempos de Julio César, por ahí del 50 antes de Cristo, se sabe que el pico es de alrededor de un cuarto de día. Así, cada cuatro años los solsticios y equinoccios se retrasan un día del calendario, lo cual no es demasiado grave a corto plazo, pero al paso de los siglos se vuelve una verdadera monserga. En esa época se modificó el calendario de 365 días insertándole un día extra cada cuatro años para compensar por la enojosa falta de exactitud de la naturaleza. Siglos más tarde se reconoció que el pico era de un poco más de un cuarto de día: para el siglo XVI el calendario juliano ya iba atrasado como 11 días. El equinoccio de primavera ocurría alrededor del 10 de marzo. Para tomar en cuenta la fracción de día extra se modificó nuevamente el calendario. Primero se decretó un salto de 10 días: del 5 de octubre de 1582 se pasó al 15 de octubre. Luego se añadió la regla de que los años bisiestos acabados en 00 dejaban de ser bisiestos, a menos de que también fueran divisibles entre 400 (el 2000 fue el primer año acabado en 00 que fue bisiesto desde 1600). Qué horrible enredo.

Para complicar las cosas, la rotación de la Tierra no sólo se va frenando. En el interior del planeta se mueven grandes masas de magma caliente. El momento de inercia de la Tierra está cambiando todo el tiempo, como una patinadora que al dar vueltas estirara y encogiera los brazos. El efecto es muy pequeño, pero detectable con relojes atómicos. Por lo tanto, hay una componente impredecible en los cambios de la velocidad de rotación del planeta (de hecho, parece que el terremoto de 2004 en el océano Índico la alteró ligeramente). Para mantener coordinados el tiempo medido con relojes atómicos y la hora solar, o la rotación del planeta, de vez cuando un organismo internacional basado en Alemania decide insertar “segundos bisiestos”, ya sea el 30 de junio o el 31 de diciembre del año en cuestión. Así, el 31 de diciembre de 2008, y con él las vacaciones de navidad, será un segundo más largo.

Los segundos bisiestos son una pesadilla para los programadores de computadoras que requieren medir el tiempo con toda precisión. Y lo serían para los programadores de los satélites del Sistema Mundial de Localización si no fuera porque el sistema GPS lleva su propia escala de tiempo sin ocuparse de las vicisitudes de la rotación de la Tierra. Los segundos bisiestos tienen sus críticos, quienes alegan que éstos generan más problemas de los que resuelven. Con todo, no han logrado convencer al Servicio Internacional para la Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia.

Disfruten sus vacaciones largas. ¿Qué van a hacer en ese segundo extra?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Sergio, muy buen escrito, Y muy buenos comentarios en la radio acerca del mismo tema. Además de los "Recuerdos Radioactivos" en "¿Cómo ves?. Esperemos este segundo de más aprovecharlo para no comer las uvas tan rápido. O para planear mejor los propósitos de año nuevo, bye.

Juan Carlos Nava dijo...

1 .- Detonacion de una arma de fuego.
2 .- Un choque por que alguien se paso el rojo.
3 .- Abrir la puerta equivocada y darte cuenta demasiado tarde.

Creo que las cosas buenas toman mas tiempo.

Anónimo dijo...

Por las dudas de que ya no leas los comentarios a tu articulo sobre el descubrimiento de planetas extrasolares. Duda: ¿no fue entonces una certeza que descubrieron en un meteorito originado en marte, fosiles microscopicos de bacterias, mas antiguas que la vida en la tierra?

Segun leo en tus palabras, aun no se ha verificado la vida fuera de la Tierra.

Luis Martin Baltazar Ochoa